28 de noviembre de 2005

¿DOS CHILES O EL LADO B DE LOS JAGUARES?*

Los hechos son del color del cristal con que se mira, decimos los periodistas para referirnos a la multiplicidad de interpretaciones que puede tener la realidad susceptible de ser informada, pero a la luz de los últimos acontecimientos uno puede argumentar con plena certeza que los hechos son sencillamente del color que la realidad –por cruda que sea- les otorga. Así de simple.

Por Juan Olivares M.
Periodista / Lic. en Comunicación Social

Pasadas las dos de la tarde del domingo una barcaza con capacidad para 18 personas naufragó con 33 ocupantes en el Lago Maihue en la X Región. Sin detenernos demasiado en el carácter informativo de la noticia que a estas alturas ya ha sido ampliamente difundida vale la pena reflexionar sobre algunos elementos presentes en este hecho y que dan cuenta de una realidad que ocasionalmente golpea nuestros sentidos.

Se trata de esa realidad que habla de una sociedad postergada del modernismo que tanto aporta a inflar el ego nacional con cifras macroeconómicas de saldo positivo. Es esa sombra que llega hasta nuestras portadas o pantallas de televisión plagada de dolor marginal, como las víctimas de Alto Hospicio, los niños de la Caleta Chuck Norris, o en este caso los niños que murieron porque la falta de fiscalización les impidió navegar en una barcaza que cumpliera con las mínimas normas de seguridad.

Y justo cuando se anuncian las penas del infierno para quienes, a partir de hoy desde luego, se atrevan a poner en riesgo la vida de las personas navegando en verdaderas artesas por los lagos más australes del mundo; un puñado de madres, hermanos y abuelas observa con los ojos llenos de lágrimas el lago cruel que no devuelve los cuerpos.

¿No tenían estos niños derecho a una educación digna? Cuando dignidad significa precisamente lo contrario al viaje fatal que iniciaron el domingo en la tarde. Ya está en el lugar de la tragedia el Ministro de Educación, porque precisamente los principales ocupantes de la nave siniestrada eran estudiantes.

Un viaje obligado y miserable que terminó con sus jóvenes vidas. Ahí está también el hermano de Jeanete, la joven que cursaba Cuarto Medio y cuyo cuerpo no parece. Con una inocencia que da rabia el muchacho sube a un bote y pretende rastrear el lago hasta encontrarla.

Los hechos son del color del cristal con que se mira, decimos los periodistas para referirnos a la multiplicidad de interpretaciones que puede tener la realidad susceptible de ser informada, pero a la luz de los últimos acontecimientos uno puede argumentar con plena certeza que los hechos son sencillamente del color que la realidad –por cruda que sea- les otorga. Así de simple.

Entonces, ¿Dónde estaban las políticas públicas para garantizar la seguridad de estos alumnos? No estaban, y siguen no estando porque cuando esta realidad nos toca la puerta volvemos de golpe al Lado B de ese Chile ajeno a los mega tratados comerciales. Tiene uno que salirse del mall y recorrer las bastas zonas rurales que todos los días viven una cotidianeidad alejada de los comerciales y del discurso político, para entender lo que pasa más allá de esta realidad mediática que nos agobia.

Urge revisar, repasar y exigir la responsabilidad que al Estado le compete en materia de Educación. No sólo de impartir educación sino también que se pueda acceder a ella en condiciones de mínima seguridad.

Porque sabemos también que la diversidad geográfica de nuestro país obliga a considerar esas garantías. No más niñas cruzando canales en balsa para llegar al colegio. No más niños caminantes por senderos barrosos y oscuros para aprender a leer.

No más barcazas del terror, cargadas de muerte y mutilando los sueños de gente modesta.

Es hora, señoras y señores, de prestar más atención a ese otro Chile y reflexionar más sobre el Lado B de los jaguares; donde la desigualdad es tan espantosa como las noticias de las últimas horas.

*Publicado en www.marabierto.cl

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