29 de diciembre de 2010

Sí, yo sobreviví al 2010



(**La fotografía fue tomada en los estudios de ChilenaFM la mañana del domingo 28 de febrero cuando cumplimos las primeras 24 horas al aire)

Acá decir lo que uno piensa es mal visto. Acá lo que se estila es sobar el lomo, reírse a carcajadas con la misma persona que tan pronto da vuelta la espalda sufre los puñales cobardes del pelambre. Acá las boletas de honorarios sirven para justificar cualquier cosa. Acá el entrevistado es ídolo del entrevistador, acá somos todos amigos, acá el político se mete la mano al bolsillo si se siente presionado y los alcaldes juegan a la fama.


Por Juan Olivares

Una parte mía no quiere escribir lo que voy a escribir. Porque escribir es construir o reconstruir historias con palabras y hay cosas de este 2010 que honestamente no quisiera reescribir.
Un 2010 que, recuerdo, proyectábamos marcado por las celebraciones del Bicentenario y por el inicio de una nueva era en la historia de Chile. Y ahora en esa pausa que hacemos todos para aventurar un balance golpea con fuerza la estadística trágica del año que termina.
Está el terremoto. Tragedia que me tocó reportear y de alguna manera también protagonizar.
Con Andrea Vallejos fuimos el único equipo de prensa que registró los primeros minutos tras el cataclismo, el desconcierto en la madrugada, la emergencia fuera de control en el hospital, el tsunami en la Playa de Llolleo, el caos en Cartagena, el amanecer letal y triste del 27 de febrero.
Con Oscar Reyes, Luis Valderas, Patricio Urtubia, Daniel Corales, Iván Urrutia y Roberto Nercasseau la misma mañana del sábado comenzamos por la radio una transmisión que duró 123 horas hasta el jueves de la semana siguiente, cuando los servicios básicos ya estaban restablecidos en San Antonio.
En esos días, lo dije y lo mantengo, afloró lo mejor de los sanantoninos. El pueblo estaba en el suelo, había poblaciones enteras destruidas, los cuerpos de las víctimas asomaban entre los restos del maremoto y lo único que teníamos era nuestra voluntad de seguir adelante.
Y lo hicimos.
El invierno llegó implacable. Se ensañó con las “aldeas” nacidas tras la devastación, arrebató otras cuantas vidas, una de ellas en Santo Domingo y para mi el furioso invierno tiene la cara del temporal que avivó las llamas del voraz incendio que arrasó siete inmuebles en el barrio histórico de Cartagena.
Lloré en mi despacho cuando la gente huía con lo puesto y el fuego terminaba de consumir la cúpula de la Villa Gherardi, popularmente conocida como Castillo de Gendarmería, una de las casas históricas del balneario.
A fines de julio aparecí por última vez en Canal 2 de San Antonio, por coincidencia o capricho del destino, para presentar una noticia que seguí desde su inicio: El crimen de Juanito Miranda. Es que en julio de 2010 la Corte Suprema de Justicia cerró definitivamente el caso con las consecuencias ya sabidas. Un reportaje con la historia fue lo último que hice en este medio.
Y luego los mineros que ya no resisten una mención más en parte alguna, menos en mi resumen.
Antes de parpadear los dramas del paisaje que construyeron estos doce meses la tragedia golpeó de nuevo. Un bus a toda velocidad en una carretera mal hecha estrelló veinte vidas contra un camión que nos devolvió el nudo en la garganta.
Tengo en la retina las calles llenas de funerales, las banderas a media asta, las cintas negras y el sábado gris frente a la Municipalidad de San Antonio rodeada de fotografías.
Y se va el 2010.
El Puerto cumple semanas en paro. Un paro que si me apuran diré que no comparto, pues me parece descabellado indemnizar a hombres en plena edad productiva. Pues si el trabajo se termina porque te echan o se acaba tu contrato lo que debes hacer es buscar pega. El resto son puros matices.
Pero claro, acá decir lo que uno piensa es mal visto. Acá lo que se estila es sobar el lomo, reírse a carcajadas con la misma persona que tan pronto da vuelta la espalda sufre los puñales cobardes del pelambre. Acá las boletas de honorarios sirven para justificar cualquier cosa. Acá el entrevistado es ídolo del entrevistador, acá somos todos amigos, acá el político se mete la mano al bolsillo si se siente presionado y los alcaldes juegan a la fama.
Acá se acostumbra ver el vaso medio vacío, hacer la pega a medias, irse temprano, llegar tarde. Es de pobres trabajar mucho.
Acá todo da lo mismo.
Acá falta cariño.
Cariño por la tierra que nos ha visto crecer. Cariño por nuestras playas, por la historia de la bella Cartagena. Cariño por nuestra gente, por nuestro puerto, por nuestros profesores. Cariño por nuestros amigos y por lo que hacemos. Cariño por nosotros mismos al final de cuentas.
Tal vez por eso de mi parte pasará un buen rato antes de poder comenzar a olvidar los detalles del 27 de febrero, la lluvia azotando el incendio descontrolado de Cartagena, los vericuetos horribles del asesinato de un niño, las lágrimas del muchacho flaco que cruzó a pasos largos Barros Luco cuando una campana recordaba en sus repiques a cada víctima del choque fatal.
Tal vez no pueda explicar del todo mi decisión de no escribir más sobre San Antonio.
Tal vez por todo esto que describo pasará un buen rato antes de juntar las ganas que se necesitan para volver a decirles con cariño:
Soy el periodista Juan Olivares y estás son las noticias.