14 de octubre de 2006

COBARDES

Creen tener un espacio. Creen tener la razón. Creen que les creemos. Y lo que es peor creen en cada mentira que urden en sus afiebradas y nubladas mentes.

Por Juan Olivares M.
Periodista / Lic. en Comunicación Social
juanolivares2@gmail.com

Asusta esta práctica que han asumido desde las sombras ciertos autodenominados “comunicadores” que además se ufanan de realizar el “periodismo serio” que supuestamente no hemos sido capaces de desarrollar quienes sencillamente no nos prestamos para el juego.

Se esconden en el anonimato cobarde de seudónimos y cuentas de correo falsas, predican en sitios web que dan pena por la inconsistencia de sus denuncias y anhelan ser uno más de los parásitos que rodean el poder.

Reniegan de su pasado reciente cuando cual rémoras mascaban las sobras de los ex poderosos que los cobijaban. Atacan a quien piensa distinto, pero no tienen argumentos.

Cada palabra que dicen se disuelve en la ignorancia de sus torpes bocas que apenas articulan monosílabos. Pontifican desde la asepsia que supuestamente les da esa independencia que todos sabemos que no tienen

Hablo de los cobardes que son patrocinados desde las sombras. Los miserables que pretenden darnos clases de moral, cuando moral es precisamente lo que no tienen.

Sus antifaces burdos se disuelven ante la mirada crítica del ciudadano informado. Son –en rigor- tristes “hablates” de un absurdo que no compramos.

Creen tener un espacio. Creen tener la razón. Creen que les creemos. Y lo que es peor creen en cada mentira que urden en sus afiebradas y nubladas mentes.

Pobres y tristes personajes que decepcionan a cada instante. Caricaturas de periodistas. Insanos por naturaleza. Torpes remedos de fiscalizadores. Primates, al final de cuentas, que no han alcanzado la madurez cívica que el ejercicio de denunciar requiere.

Y no es que todo esté en regla. Que las contrataciones del servicio público sean todas honestas y que los políticos sean un ejemplo de probidad. No se trata tampoco de defender a ultranza la gestión de tal o cual alcalde, de este o aquel funcionario público.

Por el contrario, se requiere precisamente de una ciudadanía informada, de un periodismo independiente, de medios de comunicación alternativos, de nuevos espacios para el debate y la discusión con altura de miras.

Pero la verdad es que con esta nueva “hornada” de cobardes que lanzan la piedra y esconden la mano; que se ríen en la fila, que denuncian sin decir nada y que pretender ver bajo el agua a base de mentiras la más perjudicada es precisamente la verdad.

Porque no hay nada mejor para quien pretende destruir la democracia que ese argumento falso que se ha instalado en el que se asegura que “todos los políticos son corruptos”.

A ustedes les digo viejas copuchentas. Den la cara, sáquense el pasamontañas y de frente digan lo que tienen que decir.

Estoy seguro de que no lo harán porque al final de cuentas ya todos sabemos que no son más que una tropa de cobardes.