6 de diciembre de 2007

Estas son las noticias



"La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad"

Jaume Perich



Siempre pasa lo mismo. Llega el mes de diciembre y de manera inevitable se vienen los recuentos. El balance del año, el resumen de lo que se hizo o de lo que se dejó de hacer.
En este mismo espacio hace un año las cuentas fueron sacadas. Y ahora la tentación es tan grande que resulta inevitable mirar el camino recorrido.
Y al mirarlo es evidente que a estas alturas provoca mucho más mirar el camino por recorrer.
Porque nada empezó ni terminó en este 2007 de transición. Todo quedó en ascuas.
Salvo la brutalidad de algunos crímenes, que nunca fallan, las sorpresas desde mi perspectiva no fueron mayores.
El casino casi-no se construye. El puerto otra vez arrojó cifras rimbombantes en transferencia de carga. Los enroques del pituto concertacionista ya no inquietan a nadie.
Y ni siquiera hay, a estas alturas, certeza de quienes serán los candidatos que tendremos que botar. Tal cual, con “B”. Sólo elegimos uno y en ese acto botamos al resto.
Lo que se viene en cambio es atractivo por donde se le mire.
¿Finalizará alguna vez la construcción del casino?
¿Será Omar Vera alcalde por un nuevo período?
Y si no ¿Quién será el nuevo?
¿Nos explicarán algún día que cresta es el Plan San Antonio?
¿Dejarán de mirar para el lado los asesores del Gobernador cada vez que preguntamos qué es lo que hacen, cuánto ganan y cuál es su calificación profesional?
¿Dónde quedará instalado el Ecoparque?
¿Darán la cara los mafiosos?
¿Cuántos años pagará el sicópata de Algarrobo por su crimen?
¿Quién mató a Jaime Zuñiga?
¿Llegarán algún día los refuerzos policiales?
¿Qué le pasó a Soledad Eyzaguirre?
¿Cuántos de los seis alcaldes de la provincia serán reelegidos?
¿Dejarán de mentir algunos bomberos?
Y sobre lo mismo ¿Volverán Miranda y Wallis?
¿Cambiará de nombre la calle Pudeto?
¿Se robaron o no se robaron la plata de los PGE para financiar la campaña de Venegas?
¿Patricio Miranda y Nevenka Beltrán serán finalmente condenados por el crimen de Juanito?
Y podríamos seguir.
Porque son tantos los desafíos pendientes que al terminar el año no queda sino tomar fuerzas para seguir adelante.
Como ha sido siempre. De frente. Con ganas. Libres. Sin compromisos salvo el de informar veraz y oportunamente.
Otra vez perseguiremos al bombero que no da la cara. Otra vez le diremos ladrón al que roba y se lo diremos en su cara si es posible.
Otra vez nos burlaremos del político chanta.
Otra vez nos amenazarán los flaites y los poderosos.
Otra vez nos van a quitar los auspicios cuando digamos la verdad.
Otra vez cuestionaremos al poder allí donde se halle.
Otra vez esquivaremos las balas para llegar primero.
Otra vez levantaremos la voz cuando todos callen.
Otra vez nos van a mirar feo.
Otra vez dejarán de saludarnos.
Otra vez van a querer demandarnos.
Otra vez llegaremos temprano y nos iremos tarde.

Otra vez nuestras familias van a reclamar cuando en día libre dejemos todo por ir tras las noticias.
Otra vez volveremos con más fuerza a la carga.
Porque esto no termina aquí. Por el contrario esto recién comienza.
Porque además estamos convencidos de que vale la pena.
Porque cuando cada una de estas dudas y todas las que quedan se despejen ahí estaremos para contarlo.
Porque si eso no pasa estaremos ahí para exigir que se aclare.
Pero sobretodo estamos convencidos que cuando ello ocurra ustedes van a estar ahí para seguir escuchando, leyendo, mirando.
Fieles auditores, lectores, televidentes.
Como ha sido hasta ahora, como seguirá siendo siempre.
Ya estamos en esto y nada ni nadie nos va a detener.
Porque no tenemos remedio, porque somos locos, porque tenemos la fuerza para hacerlo y porque a cada rato esperamos con ansias poder decirles:
"Señoras y señores: ¡Estas son las noticias! "

16 de agosto de 2007

¿Justicia para todos?

“Justicia es el hábito de dar a cada cual lo suyo”.
Ulpiano (170-228) Jurista romano



Por Juan Olivares
Periodista – Lic. En Comunicación Social

Es raro esto de reportear tanto.
Suele juntarse información en demasía. Muchos datos, lugares, nombres y detalles van quedándose en el disco duro.
El tiempo dedicado a este oficio lo va nutriendo a uno de experiencias que al final determinan la conducta.
Alguna vez alguien me dijo que los periodistas no deben involucrarse. Que deben informar de manera objetiva, aséptica, sin matices.
Habladurías pienso ahora.
Hace poco más de un año una fuente me llamó para contarme que en el Puente Arévalo de San Antonio habían asaltado a una persona. A esa hora lo llevaban muy grave al hospital.
Con mi camarógrafo fuimos los primeros en llegar. Todo era confuso.
Un televisor envuelto en una frazada a mitad del puente. Y una mancha de sangre fresca. Mucha sangre.
Unas zapatillas por acá y algunos policías haciendo los primeros peritajes.
Luego un niño relatando los hechos, describía al ladrón llorando.
La sangre en el puente era de su padre que había muerto minutos antes.
También recuerdo que nadie quería declarar. En off comentaban que algunas personas habían visto lo que pasó pero nadie intervino.
El trabajador había pillado al ladrón robando, lo persiguió, lo alcanzó y peleó por sus modestos bienes. A cambio recibió una certera estocada en el corazón.
Algunos días después otra vez nuestro equipo periodístico lideraba la captura del asesino.
Participamos del operativo y registramos las primeras imágenes del autor de tan cobarde crimen. Ese día supimos cómo se llamaba: Francisco Antonio Leiva Sanhueza, alias “El Mirón”, de 37 años.
Un delincuente habitual con un prontuario enorme.
Luego su formalización y la batahola en el tribunal. Los gritos desesperados de la madre del trabajador asesinado, la ira de sus hermanos, la rabia de la gente, el llanto de los hijos sin padre.
Y ahora después de un año el Juicio Oral.
Una hoja en blanco me provocó escribirla justo antes de conocer la sentencia y ahora transcribo:
“..esta gente espera por justicia
Refunfuñan su rabia masticando venganza
Los nombres de los jueces escritos en la tabla me miran
Y el reloj avanza al compás de la lluvia…
Cada imagen de esta historia
ametralla los recuerdos
el puente, el llanto, la sangre y un televisor
zapatillas, una frazada y policías.
Un hombre muerto y un asesino en fuga.
Luego su captura. Veloz, salvaje, cinematográfica tal vez.
Rabia, llanto y dolor
Y en el juicio alegatos de locura y acusaciones de simulación.
El Mirón nos habla y apela a que los jueces escuchen la verdad.
Y sabremos. Culpable ya es.
¿Cuánto?
Está por verse”.
La respuesta es desoladora.
Los jueces estimaron que la vida de Octavio Galleguillos valía 12 años.
Y a esa cantidad condenaron al acusado. Más cinco años por un robo cometido en otro lugar.
En total diecisiete años de los que ya cumplió uno.
La lluvia llegó junto con las lágrimas de un puñado de personas. Eran los familiares del ferretero que en un acto desesperado intentaron linchar al asesino justo cuando ingresaba a la cárcel.
Agrupados en el acceso al penal patearon las puertas y apuntaron su rabia hacia Gendarmería.
En el interior Francisco Antonio Leiva Sanhueza volvía a la misma celda que ha ocupado durante los últimos doce meses y que será su morada por los próximos dieciséis años.
Es el hábitat natural de un individuo que ha dedicado su vida a delinquir, que está acostumbrado a la cárcel, que en su última temporada libre robó de manera impune hasta que la mañana del 11 de julio de 2006 se topó con Octavio Galleguillos.
El ferretero que se resistió a que un desconocido le robara sus pertenencias.
A cambio recibió una puñalada en el corazón.
A esta hora de seguro “El Mirón” saca cuentas alegres porque se libró de la cadena perpetua cuando el tribunal dijo que la vida de Octavio Galleguillos valía 12 años de cárcel.
Mucho menos que la carrera delictiva que su asesino inició en 1985 y que terminó el miércoles 15 de agosto cuando nuevamente fue condenado por la justicia.
Justicia que se quedó corta para esta familia.
El asesino siempre tuvo un abogado. Las víctimas tuvieron que conformarse con el fiscal que ni siquiera representa sus intereses sino los del Estado.
Otra vez gente que no tiene dinero debe conformarse.
Y como ya dije, este trabajo suele dejarlo a uno con demasiada información.
Tanta que no alcanza una crónica, una nota, ni siquiera un reportaje.
El tiempo lo nutre a uno de experiencias que determinan la conducta.
Y como la objetividad no me interesa también me resisto.
Tomo partido, me involucro y protesto.
Protesto porque a esta hora dos hijos lloran a su padre.
Porque un asesino despiadado mató mucho más que a un ferretero.
Mató a una familia.
Y eso, cuando menos, debería dolernos a todos.
A mi me indigna.
Esta justicia, me indigna.
Saquen ustedes sus propias conclusiones.

20 de julio de 2007

San Antonio mi ciudad


por Juan Olivares

Empiezo a ecribir estas líneas justo cuando el televisor me vomita las mismas opniones “políticamente correctas” de siempre. Personas, o personajes, que sin el ánimo de mojarse sus traseros me plantean las ideas que hace rato intuyo; pero que emanadas de ellos carecen de sentido.
Es hoy el día en el que me he dado cuenta que no estoy sólo. Que vale la pena disentir. Que es gratis tener ideas. Que la manada no me interesa.
Es hoy cuando he conocido cierto lugar del cyberespacio (sic) denominado http://www.sanantoniomiciudad.blogspot.com/
Sitio en comento que manifiesta una molestia ciudadana.
Cobarde si se quiere.
Porque son sujetos enmascarados que plantean cuestiones muy importantes como para ser anónimas.
Ya, en este mismo espacio, alguna vez manifesté mi más profundo rechazo a prácticas de este tipo.
Pero hoy debo desdecirme. Retractarme. Hechar pie atrás. No porque piense lo contrario sino porque hoy el enemigo es distinto.
Hablo de un enemigo que huele a mentira por todas partes.
Y nosotros los seres humanos comunes y corrientes carecemos de argumentos concretos como para tener idea.
Alguna vez –por ejemplo- sanantoniocity se planteó como un medio pluralista, distinto, como un espacio de trinchera. Pero la falsedad del argumento cayó por su propio peso.
Hoy este blog que he conocido representa mucho más que la ambición de cierto político derrotado.
Representa el sentir ciudadano.
Representa al parqueador
Al feriante
Al almacenero
Al ilustrado
Al profesional y al lustrabotas
Y sé que representa también a mi madre
A mi por lo menos me representa.
Porque representa las ganas de saber qué es lo que pasa
Las mismas ganas de cualquuier sanantonino hasta los huesos
Hasta el alma si se quiere
Representa a un montón de personas de esta humilde tierra
En el más amplio sentido
Porque también representa la posibilidad de exigir la verdad.
Porque es el espacio de los que no tenemos plata para pagar abogados.
Porque no somos amigos de ningún magistrado.
Porque todas estas redes, por mucho...
...nos superan.
En concreto poco me importa si este señor Tapia tiene más o menos millones.
Si le pagó a este o al otro.
Si es amigo de tal o de cual.
Poco me importa cuántas campañas políticas más esté dispuesto a comprar.
Menos me provocan sus deseos faránduleros de financiar telepredicadores.
Sólo quiero saber de frente y en serio qué es lo que quiere. Quienes son sus socios y hasta donde está dispuesto a llegar.
Como en democracia.
De frente y sin caretas.
Sin “arreglines” de última hora.
Exijo saber la verdad.Como cualquier hijo de vecino.
Exijo, sencillamente, no ser engañado.
San Antonio lo merece.
Nosotros también.
La verdad queremos.
Nada más...
...Nada menos

19 de junio de 2007

Delincuencia versus Seguridad Ciudadana: ¿Quién está ganando la batalla?




Saquemos la cuenta de los hechos delictivos que han sido denunciados en los últimos meses donde las armas de fuego son protagonistas. Ni siquiera enumeremos el año anterior ni los primeros meses de este 2007. Remitamos nuestro análisis a los últimos sesenta días. Este sencillo ejercicio como mínimo debiera asustar.

Por Juan Olivares

El jueves 7 de junio un adolescente de Cartagena fue encerrado por tres delincuentes en su propia casa. El inmueble fue desvalijado.
El domingo 10 de junio dos tipos armados asaltaron la ofina de Tur-Bus en pleno centro de Cartagena. Robaron la recaudación del fin de semana.
El lunes 11 de junio dos sujetos irrumpieron en una céntrica botillería de San Antonio. Uno disparó al aire en el interior local.
El martes 12 de junio dos sujetos armados asaltaron una joyería. Huyeron amenazando de muerte a quien intentara seguirlos.
El lunes 18 de junio un hombre aparece muerto con un balazo en la cabeza a metros del hospital. ¿Suicidio u Homicidio?. No hay pistas.
Y esta es apenas una muestra de lo que ha sucedido en nuestra zona en las últimas semanas donde ni siquiera se cuentan –como diría un abogado- los hechos de menor cuantía. Tampoco está en este resúmen el homicidio de un almacenero en Cartagena.
Son crónicas que nos hablan de robos, armas de fuego, delincuentes encapuchados, violencia y dramáticos testimonios.
Son pérdidas millonarias.
Son actos delictivos audaces.
Son atracos temerarios.
Son al final de cuentas hechos que en la mayoría de los casos se nos presentan como cuestiones aisladas que en el discurso oficial ni siquiera alcanzan para la estadística.
Se nos asegura que los patrullajes son intensos.
Tan intensos como las diligencias que surgen con cada nuevo ataque.
Pero la intensidad parece quedarse sólo en el relato periodístico porque los resultados distan mucho de dejar conformes a las víctimas diarias de la delincuencia.
Si la solución fuera sólo tener más policías esto de la delincuencia ni siquiera calificaría para problema.
Pero el punto parece ser otro.
Porque a la luz de los hechos debiéramos preguntarnos ¿Cuán efectivos son los servicios policiales?
Es más ¿cuántos de estos hechos pudieron evitarse con una estrategia policial distinta?
Probablemente muchos.
Pero a juzgar por el discurso policial alimentado por la demagogia de ciertas autoridades que se resisten a enfrentar la realidad, debiéramos estar tranquilos y entender cada uno de estos delitos como hechos aislados.
Mientras tanto se acaba el tiempo antes de que tengamos que lamentar nuevas víctimas.
Se acaba el tiempo para hacer un diagnóstico certero, sin maquillajes y apegado a esta realidad con la que convivimos.
Se acaba el tiempo para frenar en seco y de una buena vez a esta verdadera tropa de delincuentes que a esta misma hora acecha en nuestra calles.