22 de junio de 2008

“A los amigos siempre se les tiene presente”


A mi amigo Manuel Alfredo Jara Pobrete (1977-2008) Q.E.P.D.

Por Juan Olivares

Por alguna razón escribir para mi siempre ha sido un escape. Una forma de manifestar sentimientos, ideas y proyectos. Y ahora escribir necesito para despedir a un amigo.
No puedo decir que "Jarita” era un compañero de trabajo. Al principio lo fue, pero con el paso del tiempo nos hicimos amigos; grandes amigos.
Es que en trabajos como este la confianza en el otro es fundamental para un buen desempeño. Es una función complementaria de camarógrafo-periodista tan esencial que de ella depende el éxito del trabajo realizado.
A Manuel Jara lo conocí a fines de los noventa cuando llegó a nuestro Departamento de Prensa. Es raro, pero no recuerdo haberlo visto enojado. No recuerdo una discusión con alguien, menos alguna pelea.
El cigarro amigo en la mañana permitía empezar la jornada. La sonrisa desde temprano. La talla a flor de labios. El piropo certero. La mano siempre extendida. Una piscola cualquier viernes, o lunes, o miércoles.
Infinito de amigos, gigante de corazón. Enamorado de la noche. Madrugador empedernido. Camarógrafo al cien por ciento.
En estas horas no he dejado de pensar en aquella vez que reporteando un incendio forestal quedamos atrapado en un claro. De pronto las llamas nos rodearon por todos lados y por suerte personal de CONAF nos encontró y nos ayudó a encontrar la salida. Las imágenes del incendio eran impactantes.
En más de cinco años de reporteo conjunto varias veces estuvimos en operativos policiales. Bajo la lluvia, por las mañanas, a media noche, en la carretera, a pleno sol, en los cerros, siguiendo asesinos, esperando en la cárcel, en frente de los juzgados, buscando entrevistas, armando noticias, haciendo campañas solidarias, tomándonos un trago, conversando de la vida, apoyándonos en el dolor, disfrutando en la alegría.
“Tan bonitas las cosas que escribe usted Juanito, podría enseñarme pa` ver si me conquisto alguna chiquilla en el messenger”, me repetía con harta picardía cuando la prosa se asomaba en alguna nota periodística.
Para que hablar de sus "monos" fuera de foco o de sus entrevistas "azules".
Historias sobran. Noches de conversa son las que ahora faltan.
Y es paradójico porque creo que en momentos como este los amigos de la talla de Manolo son imprescindibles.
¿Qué diría de vernos con estas caras largas por los pasillos del Canal que ahora parecen más fríos?
¿Qué haría al ver nuestros rostros descompuestos? ¿Qué pensaría de las lágrimas que se nos han escapado cuando lo hemos recordado?
Creo saberlo.
Jarita estaría con nosotros y de ser necesario nos abrazaría. ¿No por eso no vamos a fumar? Diría primero y luego tiraría una talla. Hablaría bajito usando ironías sólo para hacernos reír. Para que el dolor no fuera tan grande y pudiéramos entender que la muerte es parte de la vida.
Luego fumaría otro cigarrillo y caminaría con su pantalón de tela y polera en el tono en busca de una “agüita” para pasar las penas.

Pero Jarita no está y tenemos que hacer el trámite sólos. Apoyados los unos con los otros. Como la familia que somos.

Porque el valor de nuestro Canal no está en sus equipos técnicos, ni la infraestructura. El valor de este medio está en sus personas. Esta gente que todos los días lucha por hacer una televisión con identidad propia y al servicio de San Antonio. De esta manera nos transformamos en una familia. Aquí cada trabajador conoce a los padres, esposas, hijos y hermanos de sus colegas. Compartimos bautizos, casamientos, navidades y cumpleaños juntos.

Entonces por eso duele tanto cuando pasa esto. Duele y es inevitable llorar porque duele.
Jarita era uno de los nuestros. Uno más de esta familia que hoy día sufre por esta irreparable pérdida.

No me queda más que dar gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de trabajar con el inmenso Jarita, de haber sido parte de su vida y de haberme convertido en su amigo.
Las mismas palabras que me dedicó hace poco cuando nos encontramos por Internet ahora me sirven para despedirlo: “A los amigos siempre se les tiene presente”, me escribió.
Nada más que decir.

Hasta siempre Jarita, por acá nunca te olvidaremos...