13 de enero de 2006

LA HORA DE LA VERDAD*

No es todavía el turno de la derecha. Y de seguir Chile por este rumbo lo más probable es que esta sentencia cambie. Que en un plazo no muy lejano algún representante de la derecha logre instalarse en la primera magistratura de nuestro país. Pero no todavía.

por Juan Olivares M.
Periodista / Lic. en Comunicación Social

Debe ser la temperatura, las vacaciones, o sencillamente el cansancio por tantos meses en campaña lo que ha jugado en contra de esta segunda vuelta presidencial.

Los candidatos se han esmerado, desde luego, por atraer la atención del electorado que a partir del estresante final de año ha prestado más atención a las playas, los panoramas veraniegos, o el “happy hour” de algún pub o café con piernas, considerando que estos hace rato dejaron de ser un negocio privativo de las grandes ciudades.

A estas alturas nada de lo que diga uno u otro candidato hará cambiar de parecer al elector informado, a la dueña de casa, al trabajador, al estudiante, a quien en primera vuelta ya manifestó su deseo en las urnas.

Para el análisis podrá quedar lo que suceda con la repartición de votos en la Alianza por Chile, pero a decir verdad, resulta muy poco probable que el candidato de la derecha logre a última hora derrotar a quien siempre ha estado arriba en las encuestas. Y ese es un dato de la causa porque hasta ahora nadie ha conseguido superar las posibilidades de Michelle Bachelet de convertirse en la próxima presidenta (presidente) de Chile.

No es todavía el turno de la derecha. Y de seguir Chile por este rumbo lo más probable es que esta sentencia cambie. Que en un plazo no muy lejano algún representante de la derecha logre instalarse en la primera magistratura de nuestro país. Pero no todavía.

Porque todavía no está clara la participación de muchos de los civiles de la derecha en el sanguinario gobierno del general Pinochet. Las naciones civilizadas necesitan respuestas, acciones, transparencia y justicia.

Y en la derecha todavía son protagonistas muchos de los rostros que hablaron por el dictador, que hicieron suyas sus ideas, que lo abrazaron y que hasta hace muy poco defendieron lo que para el mundo moderno, o para cualquier ser humano racional es indefendible.

Y aunque muchas veces la clase política lo ignore, el pueblo tiene memoria.

Pero hay señales de arrepentimiento. A regañadientes o con eufemismos un sector de la derecha ha demostrado ir en el camino correcto, en el que puede llevarlos en uno o dos períodos más a ser Gobierno.

Eso también le hará bien al país, porque cuando ello ocurra significará que habremos llegado a nuestra propia hora de la verdad. Representará para nosotros la prueba tangible de ser un país reconciliado, donde la justicia no tiene que ver con el poder económico de quien la necesita. Dará también un aire fresco a tantos años de Gobierno.

Mientras tanto hay que hacerse la idea de imaginar cómo será Chile bajo la presidencia de una mujer.

Porque mujer es nuestra madre, nuestra esposa, nuestra amante y también son mujeres nuestras putas. Cada una en su dimensión interviene el mundo desde una perspectiva que a lo masculino muchas veces le cuesta entender.

Creo, honestamente, que en las próximas horas asistiremos a un evento histórico. Y que en los próximos cuatro años presenciaremos un Chile distinto. Tan sencillo como eso. Distinto.

Un Chile con mirada de mujer.


*Columna publicada en www.marabierto.cl

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